¿Botar las computadoras viejas? Espérense

Escuelas del Distrito como la Emlen y la Robeson están usando tecnología donada y aprovechándola en los salones de clase.

This article was originally published in The Notebook. In August 2020, The Notebook became Chalkbeat Philadelphia.

Jan Deruiter todavía no sabe a ciencia cierta qué lo llevó hace dos años a asistir a una reunión general de padres en la Escuela Elemental Lingelbach cerca de su hogar en Mount Airy.

Sin embargo, esa visita fortuita podría resultar en un número significativo de computadoras donadas a salones de clase de toda la ciudad, y también a cambios a una política del Distrito con respecto al uso de tecnología vieja.

Hasta recientemente, el Distrito había desalentado el uso de equipo donado, dejando a muchas escuelas con computadoras viejas que ni los estudiantes ni los maestros podían usar.

Deruiter, quien opera la compañía de desarrollo de la red Mostly Web Inc., se sorprendió cuando supo las condiciones de la tecnología en Lingelbach. Él se preguntó si otras escuelas del Distrito estaban en la misma situación.

“Me quedé en shock al ver el estado de los equipos, la falta de fondos, y las decisiones que los principales tienen que tomar”, dijo. “Me decepcionó mucho”.

Pero Deruiter dijo que “es un pro­blema bastante fácil de resolver sin requerir mucho dinero”.

Su solución fue diseñar una manera para que las escuelas pudieran recibir miles de computadoras usadas, casi todas donadas por organizaciones, sin que el pequeño personal de tecnología de información del Distrito se tuviera que ocupar de darles servicio a computadoras fuera de garantía, que frecuentemente se dañan, y a menudo no pueden usar los programas necesarios.

En colaboración con la organización sin fines de lucro Philadelphia Children’s Foundation (PCF) y la Mount Airy Schools Coalition, él ha supervisado la instalación de más de 30 computadoras de escritorio reacondicionadas en los salones de clase de la Escuela Elemental Emlen y ha proporcionado 10 portátiles para que los estudiantes las usen en sus hogares.

“Poder ver las caras de los niños que antes no tenían una computadora … fue algo realmente increíble”, dijo Tammy Thomas, principal de Emlen.

La clave ha sido la habilidad de la PDF para limpiar los discos duros y proporcionar soporte técnico continuo en vez de tener que depender del Distrito para ese servicio. El trabajo que Deruiter ha hecho en la Emlen ha servido como un programa piloto que él espera poder expandir a otras escuelas del Distrito.

“Las cosas parecen estar funcionando bien. Un par de escuelas se han comunicado con Jan directamente para donaciones de equipo reacondicionado, y nos sentimos cómodos expandiendo el programa piloto”, dijo Bob Westall, director de servicios de información del Distrito.

“Estamos actualizando nuestra política de donación de tecnología en lo que respecta a equipos usados y reacondicionados, y se basará directamente en el mo­delo que hemos desarrollado junto con Jan. Una vez se actualice, se la ofreceremos a todas las escuelas del Distrito”.

Deruiter y la PCF están planificando extender el programa piloto muy pronto a la Escuela Elemental J. S. Jenks en Chestnut Hill.

Las viejas vs. las nuevas

Hasta ahora, el Distrito estaba sumamente renuente a aceptar equipos viejos.

“Hemos adoptado una postura firme a través de los años”, dijo Westall.

En la lucha por mantener lo que las escuelas ya tienen, Melanie Harris (directora de información de la Oficina de Tecnología de Información) dijo que ha tenido que recortar puestos administrativos a fin de mantener los siete empleados de servicio de TI y poderles dar servicio a 218 escuelas y 240 edificios.

“Todas las escuelas tienen un alto porcentaje de máquinas más viejas”, dijo Harris.

“En su mayor parte, las escuelas asignan a un maestro como líder de los maestros de tecnología. Ellos diariamente tienen que reparar las computadoras. Esas son las personas que mantienen la flota viva y extienden la vida útil de esas computadoras”.

La Elemental E. M. Stanton en Southwest Center City es un ejemplo de cómo la tecnología vieja coexiste con la nueva.

Un nuevo laboratorio de computadoras en las escuela acaba de ser equipado con 33 Macs de escritorio, compradas por el Distrito con fondos federales del Título I. La maestra de computadoras Holly Shaw-Hollis ganó $10,000 para la escuela en un concurso auspiciado por la entidad sin fines de lucro Code.org y usó el dinero para comprar 25 Chromebooks nuevas para los salones de clase. Por otro lado, la principal Stacey Burnley dijo que los estudiantes han recibido equipos a través de una wish list en Amazon.com, una lista en la que ellos incluyen sus deseos y los miembros de la comunidad escolar se los cumplen.

Sin embargo, en las demás áreas de la escuela K-8, Shaw-Hollis y el personal de tecnología batallan con computadoras del 2009 que ya están fuera de garantía. Cuando estas se dañan, ellos tienen que quitarles piezas a otras computadoras que todavía funcionan.

“Es impresionante que la mayoría de las computadoras todavía funcionan”, dijo Burnley.

Shaw-Hollis es también maestra de tecnología líder. Aparte de sus tareas de enseñanza, es persona de enlace con el personal de TI del Distrito, realiza mantenimiento menor, y les enseña a los demás maestros de todo, desde los programas nuevos de computadora hasta recordar que deben enchufar las computadoras.

Ella dice que el personal de tecnología del Distrito ahora responde más a las escuelas.

“Antes llamabas al escritorio de ayuda y nadie contestaba. Este año y el año pasado eso mejoró muchísimo”, dijo ella. Eso se debe en parte a que ahora hay una nueva aplicación de ayuda en el portal cibernético del Distrito.

Por supuesto, las escuelas prefieren te­ner equipo nuevo siempre que sea posible. Poco después de que Deruiter asistiera a la reunión en Lingelbach, una persona anónima le donó $100,000 a la escuela. El principal Marc Gosselin está usando el dinero para comprar tecnología nueva.

Deruiter también ayudó a recaudar $47,000 para un laboratorio de computadoras nuevo en Emlen.

Pero la necesidad de tecnología ha sido tanta, que las escuelas por años han dependido del uso de equipos viejos y el éxito no ha sido parejo.

Andrew Saltz, maestro de tecnología líder en la Escuela Superior Paul Robeson, logró que la Universidad de Pensilvania donara aproximadamente 90 computadoras el año pasado.

“Ellos básicamente vaciaron sus clósets para nosotros”, recordó Saltz.

Saltz dijo que él mayormente hace el reacondicionamiento por sí solo. El Distrito no participa.

“Toma un montón de tiempo. Es como mantenerlo todo armado con saliva y cinta adhesiva”.

Saltz dijo que su salón de clases de inglés de 11mo grado “se ve horrible” con cables por todos lados, “pero, así son las cosas”.

Mary Beth Hertz, maestra de computadoras en la Science Leadership Aca­demy @ Beeber, dijo que cuando ella trabajó como coordinadora de TI para la Alliance for Progress Charter School hace como dos años, ella recibió una donación de aproximadamente 30 computadoras de escritorio. La donación incluía “una caja de cables y ratones todos enredados” y un contratista independiente que proporcionaría una red y tecnología de apoyo. Hertz dijo que ella logró que el sistema durara por un año, hasta que consiguieron un grant para comprar computadoras nuevas.

“Tomó horas y horas, más hacer inventario y etiquetarlas, [así que] se necesita contar con personal que se encargue – o mejor no aceptes” el equipo, dijo Hertz.

Abby Thaker, directora de desarrollo de la Mount Airy Schools Coalition, dijo que una donación reciente de smartboards que la escuela privada Penn Charter School le hizo a la Henry School no funcionó.

“La instalación de un smartboard es mucho más complicada que la instalación de una computadora de escritorio”, dijo ella. Thaker dijo que después de consultarlo con Westall, la escuela optó por no aceptar la donación.

Un comienzo

El Distrito, sin embargo, ha tomado medidas para que sea más fácil donar bienes y servicios, entre ellos tecnología.

“Tenemos procesos y procedimientos que pueden parecer desalentadores”, dijo Vicki Ellis, directora ejecutiva de la Oficina de Colaboraciones Estratégicas del Distrito.

“Tratamos de que sea más fácil para las escuelas y los donantes”.

El verano pasado, la Oficina de Colaboraciones Estratégicas abrió un nuevo sitio web, philaosp.weebly.com, en el que se busca reunir a las escuelas con posibles donantes de todo tipo de bienes y servicios.

En el caso de computadoras, Deruiter dice que nunca faltan donantes potenciales. La PCF ahora tiene aproximadamente 7,500 computadoras usadas en un recién alquilado espacio de almacén en East Falls, provenientes de donantes que incluyen Health Partners, Comcast, Temple University, y la Universidad de Pensilvania.

El costo por limpiar los discos duros de tres computadoras para cada salón de clases en Emlen es aproximadamente $300. Eso no incluye el tiempo requerido para seguir dándoles mantenimiento.

La PCF instaló el sistema operativo Linux en cada computadora, “y ahora no son ni Mac ni Windows”, dijo Deruiter. “Es un sistema bastante básico, lo cual hace que las computadoras viejas funcionen más rápido. Es simple pero fuerte”, y les permite a los estudiantes correr programas ampliamente usados como Lexia Learning y First in Math.

“Nuestro problema es encontrar las escuelas y recaudar el dinero”, dijo él. “Algunas escuelas no tienen electricidad ni señal de internet en los salones de clase. No hay enchufes en el salón, o no están ubicados donde los queremos. Es ridículo”.

Él acredita al Distrito por aliviar un poco de los problemas estableciendo una cuenta Google.edu para cada estudiante, “para que tengan acceso al email y a Google Drive” a través de la nube.

Esto reduce la carga en los servidores viejos que se tienen que mantener en los edificios individuales. Sin embargo, los estu­diantes necesitan tener computadoras para usar sus cuentas, y los maestros y padres necesitan saber qué están disponibles.

Darles computadoras portátiles a los estudiantes presenta otros problemas, dijo Deruiter. Muchos no tienen acceso a Internet en el hogar (él ha conectado varios ho­gares) y los padres tienen que asegurar que las computadoras se usan para la escuelas, y no como “Game Boys glorificados”.

Aunque Deruiter se siente optimista en que el programa piloto en Emlen puede tener éxito en más escuelas, dijo que la necesidad que todavía falta satisfacer es tan grande que “aunque las cosas sigan mejorando, de todos modos va a tomar mucho tiempo”.